viernes, 10 de octubre de 2008

Si es necesario, recorten de donde sea; “¡nunca a la educación!”: León Portilla

■ Pide a diputados impedir la supresión de normales, pilar en la formación de profesores
■ El sector no debe ser castigado por el neoliberalismo, afirma al recibir la presea Eduardo Neri
Roberto Garduño y Ciro Pérez/La Jornada/10 de octubre de 2008.

Merecedor de la presea Eduardo Neri, Legisladores de la República 1913, Miguel León Portilla, filólogo e investigador en historia prehispánica e indígena en México, demandó al Congreso federal que trabaje para resolver las lacerantes desigualdades sociales. Advirtió que el sector educativo nacional ya no puede ser castigado por las políticas económicas neoliberales, y solicitó a los representantes populares que impidan la supresión de las escuelas normales, porque es el único vehículo para formar profesores. Asimismo, ante las dificultades económicas que se vislumbran, demandó “que se recorte de donde sea, ¡pero nunca a la educación!”.

Con 50 años de trabajo académico, el doctor León Portilla fue objeto de un reconocimiento en la Cámara de Diputados, donde se recordó la gesta de Eduardo Neri, quien se enfrentó al poder y a la violencia que engendró éste con la usurpación de Victoriano Huerta. Haberse opuesto al golpe de Estado que arrancó del gobierno a Francisco I. Madero, le valió más de cinco meses de prisión, por haber enjuiciado desde la tribuna camaral el exceso de poder militar sobre el gobierno civil.

Sencillo, con un bagaje histórico de décadas de estudio y trabajo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), León Portilla demostró en la tribuna, durante la sesión solemne en su honor, por qué ha merecido 13 doctorados honoris causa de universidades de varios países y la medalla Belisario Domínguez.

“Eduardo Neri, que así expuso su existencia haciendo defensa de la dignidad de la Cámara y también exponiéndose a perder la vida, como en el caso de Belisario Domínguez, fue un héroe. Los dos fueron héroes que honraron a México. Hoy los recordamos aquí con admiración y con gratitud. La medalla al mérito cívico que ostenta el nombre de Eduardo Neri, Legisladores de 1913, ha sido instituida para recordar a un héroe y a la vez honrar a ciudadanos que se han esforzado por servir a México. Incluirme entre ellos es honor muy grande que agradezco desde lo más hondo de mi ser.”

Con prestancia, despojándose de sus espejuelos cuando se salía del discurso escrito, el historiador y antropólogo refirió que las desigualdades sociales “son causa de confrontaciones, quebrantamientos de la seguridad y en ellas se fincan las lacras más terribles que la pobreza, la miseria y la marginación de gran parte de nuestra población”.

Hizo una revisión del estado de la educación, pilar del desarrollo nacional y, paradójicamente, el sector más abandonado por los gobiernos recientes. “En nuestra legislación se declara que la educación es un derecho de todo mexicano. Pero en la práctica ese derecho es, para muchos, letra muerta. Centenares de miles de niños y jóvenes, o están marginados de la educación o reciben una muy incompleta y defectuosa. Su preparación para cualquier género de actividad es por ello muy limitada. El trabajo informal o las actividades delictuosas son a veces la respuesta.

“Señoras y señores legisladores: en su mano está legislar en materia de educación. Ello implica oponerse a la supresión de las escuelas normales. Si ellas dejaran de existir, dónde se formarían entonces los maestros. Igualmente se requiere la revisión de los programas educativos en vista de los requerimientos actuales del país. Es decir, la educación para qué. Y por supuesto, exige la asignación de un adecuado presupuesto que haga posible la formación de millones de mexicanos.”
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